Capítulo XX: Lost

Mi estancia en Gijón fue bastante agradable. Y... ¿Qué suelo hacer después de volver una vez más a una ciudad en la que ya he estado? ... Perderme, por supuesto. Llegué a eso de las 15:30 más o menos, tenía un hambre tremenda (No me suena nada bien la expresión pero según la RAE la palabra "hambre" es femenina. El sustantivo "un" se añade para romper la cacofonía que formaría la secuencia "una hambre" por lo que no sonaría bien... pero el sustantivo sigue siendo femenino) . Ana salía del trabajo a las 17:30 o 18:00 y necesitaba hacer tiempo. Entonces... no se me ocurrió mejor idea que ponerme a caminar en busca de una panadería. Mi plan era el siguiente: Encontrar una panadería, comprar algo para comer, ir hasta el paseo marítimo a comer, practicar un poco con mi guitarra de viaje y llamar a Ana para decirle que no hace falta que me vaya a recoger, que ya aparezco directamente en su piso... Y allí estaba yo (De sobrado...), caminando con mi maleta y mi guitarra a cuestas desde la estación de autobuses en busca de una panadería cercana. Me llevó un tiempo encontrarla, me compré dos empanadillas de carne y quedé asombrado ante el precio que me anunciaba la dependienta: "Seis euros y pico". Y yo pensaba: ¡Coñó! Yo que buscaba una panadería para gastar menos... si lo sé me voy a un restaurante o a un Döner Kebab de esos que tanto me gustan. Aun así compré las empanadillas. Tambien pensé en que ya podían ser las mejores empanadillas del mundo. Cuando salí de la panadería visualicé mentalmente mi situación, la situación de la estación de autobuses y la situación del paseo marítimo. Desde la estación de autobuses sabía perfectamente cómo llegar al paseo marítimo y me dije: Si aquí estoy yo... y aquí está la estación de autobuses... recurriendo al teorema de Pitágoras de los ángulos rectos... por fuerza, metiendome por estas calles tendría que llegar más rápido que dando la vuelta y reorientándome de nuevo... así que saqué mi orgullo de macho y allí fui. El problema a veces no son las matemáticas... si no cuando se mezclan teorías. Me pasó en Cartagena, me pasó la primera vez en Gijón y me pasó esta vez tambien. Mi problema principal es el tema de la perspectiva, es decir, pierdo el norte en un plis plas sin darme cuenta. Caminaba, caminaba, caminaba...  y una vez que ya ni sabía donde estaba entre tanta calle... me iba orientando partiendo de la base de que el mar cae hacia abajo, es decir... que si entre dos calles, una va para abajo... la que va para abajo se supone que es la que va a dar al mar. Cuando me di cuenta, me encontraba en una recta. ¿Hacia donde tirar entonces? Como ya me encontraba más desorientado que rupper en una ciudad desconocida... le pregunté a una señora:

- Buenas tardes señora, ¿Podría decirme hacia dónde cae el paseo marítimo? -

 A lo que la señora me contestó...

- ¿Vas a ir andando?...

En ese momento me di cuenta de dos grandes verdades universales. La primera era que estaba perdido del todo y seguramente muy lejos de mi destino. La segunda era que se cumplía esa frase que dice: "Gallegos y Asturianos, primos hermanos" Ambos contestamos lo que nos sale de los cojones cuando nos sale de los cojones. O con una pregunta o haciendo referencia a algún tipo de consejo, con buena voluntad, pero inoportuno. De todas formas, yo le dije:

- Sí, es por dar un paseo... - (Uno de mis hobbies favorito es dar paseos con guitarras, maletas y bolsas con comida, pensé)

Y claro, la señora, con toda su buena fe me dijo:

- ¡Eso yé muy lejos, ¿Eh?! Eso yé todo para abajo, para abajo (Más tarde me di cuenta de que la expresión "Yé" la aplican a la palabra "es" del verbo ser) - En ese momento me quedé algo confundido pensando que todas estas calles me parecían rectas. Quizás ellos tengan un concepto de inclinación más sensible que el mio pero... para un tío de Vigo que está acostumbrado a ver la Avenida de Europa como una cuesta ligera y llevadera... y con el cansancio que llevaba... no estaba yo para mucho sentir ni mucho pensar.

A lo que yo le dije:

- ¿Y a cuánto está más o menos? ¿A una hora de paseo u hora y media?- Ya que era el tiempo estimado que llevaba caminando.

- Pues por ahí fio (Hijo, en asturiano), por ahí.

Gracias a Dios que hizo una inclinación con el brazo para indicarme por dónde debía tirar... si no, no me hubiera enterado demasiado. Después de caminar y caminar siguiendo las indicaciones, decidí llamar a Ana para comentarle que estaba perdido. Me encontraba en una zona llamada El llano. Con ese nombre se presuponen dos cosas, que no hay cuestas... y que queda a tomar por culo. Cuando le comenté a Ana donde estaba me dijo con la simpatía que le caracteriza:

- Bueno, yo salgo ahora del trabajo... tu no te muevas de dónde estás que ya voy ahora a recogerte - Dando mi caso de orientación como nulo.

Podría haber preguntado más para saber cómo se iba al paseo marítimo... pero no me daba la gana hacerlo. Haciendo caso de los consejos de Ana, me senté... y me puse a comer... ya que necesitaba llevar algo a la boca. Las empanadillas fueron una estafa, no eran las mejores del mundo ni proporcionaban superpoderes. Las probé peores pero el precio me pareció abusivo. Cuando terminé de comer recibí una llamada de Ana diciéndome que la zona dónde estaba era bastante grande y que era mejor que intentara volver a la estación de autobueses. Al final, viéndome en la obligación de preguntar y de guardar mi ego para otras ocasiones... llegué hasta allí en algo menos de 15 minutos. No estaba tan lejos como me había dicho aquella señora. De camino tambien iba observando los mapas situados en las paradas de autobuses para saber si iba por buen camino. La verdad es que me habría llevado mucho menos tiempo ir desde la estación de autobueses hasta el paseo marítimo que a donde fui. Mi ubicación más lejana casi ni se reflejaba en el mapa. Se reflejaba como zona no urbana. Cuando llegué a la estación de autobuses de nuevo la avisé para comentarle que ya había llegado. Después de un tiempo de espera apareció, me recogió y nos fuimos a casa... no sin antes pasar por varias empresas de mensajería... ya que tenía que hacer unos últimos recados. La empresa de Ana es una multinacional en la que parece que los vagos son los únicos que lo llevan bien. Trabajas en la medida en que rindas, si alguien tiene un primo al que encasquetarle el trabajo, menos trabajo para él. En la empresa de Ana, la prima es ella, porque no sabe decir que no. Además parece que en su empresa mantienen la filosofía de que el trabajo es un compromiso de vida. Lo bueno es que a ella le encanta estar estresada, no quemada... pero sí estresada. Lo malo es que las actitudes que esconde en su empresa y las quejas que pueda tener... las suelta a quienes menos se lo merecen... y fuera del ámbito laboral.

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