Capítulo XXXIV: Músicos Callejeros

Por fin he conseguido dar el paso. No he querido avisar a nadie más que a mis propias emociones de esto... pero creo que he entrado en el camino de ser músico callejero. En parte, es un hobbie que me da bastante respeto. Oyentes anónimos con gustos muy diversos que pueden valorar el trabajo de dos jóvenes que buscan, como todos o casi todos los músicos, llamar la atención con la música que hacen y, por qué no, dar un toque de brillo especial a algunas personas que muchas veces necesitan un poco de música en sus corazones.

Nuestra primera aparición fue en la calle Príncipe, en Nochebuena. Ya había ido con Piro unas cuantas veces  y el resultado había sido bastante bueno. Esta vez me tocó el turno de compartir escenario con Sergio, que parece más animado ante estas cosas. Los efectos de la crisis se hacen notar y... aunque la música que hacemos me parezca buena, muchos son los que mantienen diferentes puntos de vista ante las "donaciones". Nosotros no tocamos por dinero, claro que no... lo hacemos como un hobbie. Con el sentimiento posterior de haberlo hecho lo mejor que sabemos nos basta, pero  si cae alguna monedita que otra, pues mejor que mejor. Aun así, con la crisis... el público sabe valorar muy bien el trabajo que se hace. Algunas veces se acercan, nos dicen que lo hacemos muy bien o que les gusta mucho la música que tocamos, ese tipo de respuesta nos suele llenar más que cuatro duros tirados de mala gana. Otras veces nos dan consejos sobre las zonas donde captaríamos más audiencia (haciéndonos entrever el posible trasfondo económico que eso implicaría). Por ahora nunca hemos tenido problemas con nadie, la verdad... y espero que siga así. Mi idea.. bueno, nuestra idea... sería hacerlo siempre que pudiésemos y tuviésemos tiempo.

La verdad, es que me he dado cuenta de que por las mañanas las personas suelen estar más receptivas a la hora de valorar el arte musical. Se despiertan, pasean... comparan precios en tiendas... Por las tardes suele ser todo como más caótico. Tambien me gusta mucho la conciencia que intentan inculcar  algunos padres a sus hijos en eso de compartir y valorar. Algunas veces se acercan niñas y niños pequeños... tímidamente... con su monedita... como con curiosidad, a veces incluso con timidez... o con cierto miedo... y depositan la moneda sobre la bolsa. Otros niños simplemente se quedan mirando, como con cara de fascinación... como si eso fuera algo nuevo y mágico para ellos.

Música en las calles. La verdad es que es como algo asombroso. Como que de pronto... después de tantos ensayos... se tiene la oportunidad de aplicar ese aprendizaje heredado con los años. En un terreno neutral o incluso hostil tanto para el músico como para el oyente. Como que de pronto, las personas dejan sus problemas un poco de lado para dedicarnos una aceptación o distraerse positivamente ante otras personas que hacen lo mejor que pueden lo que más les gusta.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Capítulo XXXVII: Estuviste en mi mejor momento

Capítulo XXIII: Rylynn y el perigeo lunar