Capítulo II: Un juego de niños
Hace un calor horrible. Recuerdo cuando era más pequeño, que sobre estas fechas estaba lloviendo bastante. El buen tiempo sólia comenzar (Y finalizar) a mediados de septiembre, como preámbulo del otoño. Era entonces cuando en Vigo se empezaba a respirar ese aire veraniego. Un aire veraniego de corta duración, claro, ya que gran parte de julio y agosto estaba invadadida por tormentas, chubascos, a veces aislados u otras veces que duraban días o semanas. Este año sin embargo, parece que la regularidad ha llegado. Una regularidad a la que no estoy acostumbrado por eso de tener temperaturas máximas y mínimas rondando los 35º/24º, aunque de todas formas, podía ser peor ... Menos mal que los embalses están a su máxima capacidad pese a las altas temperaturas y por ahora, parece que el abastecimiento de agua está asegurado para varios meses. También es curioso ese dato. Nunca me he visto en la obligación de tener que dosificar el agua ni de temer que en tiempos futuros hubiera escasez de agua.